Beatificación de cuatro mártires sacerdotes Operarios Diocesanos
El sábado, 30 de octubre 2021, se celebró en la catedral de Tortosa la Eucaristía y la beatificación de cuatro mártires de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos: P. Francisco Cástor Sojo López, P. Millán Garde Serrano, P. Manuel Galcerá Videllet y P. Aquilino Pastor Cambero.
La catedral de Santa María es, junto con el castillo de la Suda y los Reales Colegios, el conjunto arquitectónico más destacado de la ciudad.
En el mismo emplazamiento que ocuparon sucesivamente el foro romano, una mezquita y una catedral románica, se levanta la actual catedral de Santa María, que se empezó a construir en 1347 siguiendo los preceptos del gótico más clásico.
Sin embargo, incluye elementos constructivos posteriores como la fachada barroca terminada en 1757. Del conjunto destacan la nave central y el claustro, con una importante muestra de lapidario, y la capilla de la Virgen de la Cinta, de estilo barroco.
Asimismo, no se puede pasar por alto el rico patrimonio pictórico y escultórico que ha tenido la catedral de Tortosa empezando por el retablo de la Virgen de la Estrella (siglo XIV) que preside el altar mayor.Beatificación de cuatro mártires sacerdotes Operarios Diocesanos
El
sábado, 30 de octubre 2021, se celebró en la catedral de Tortosa la Eucaristía y la
beatificación de cuatro mártires de la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos: P. Francisco Cástor Sojo López, P. Millán Garde Serrano, P. Manuel
Galcerá Videllet y P. Aquilino Pastor Cambero.

Celebraron
cinco cardenales, veinte obispos, más de ochenta sacerdotes y algunos diáconos
permanentes. Participaron seminaristas, más de quinientos peregrinos y unos
ciento cincuenta fieles de nuestra diócesis de Tortosa. También participaron la
alcaldesa de Tortosa, Sra. Meritxell Roigé y concejales, el Diputado en Madrid,
Sr. Ferrán Bel, el subdelegado del gobierno español en Tarragona, Sr. Joan
Sabaté y miembros de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén de
Barcelona y Tarragona. La parte musical corrió a cargo de la coral Tirikae.
Se
inició la celebración con una monición en la que se citaron los nombres de los
cuatro mártires que entregaron su vida a Cristo, completando un listado de
treinta que fueron testigos privilegiados del amor de Dios y con un seguimiento
total al Señor. Recibimos al representante del Santo Padre quien presidió la
celebración y todos los concelebrantes con el canto: “Pueblo de Reyes”.
El
sr. Obispo de Tortosa, Mons. Enrique Benavent, dio la bienvenida en nombre de
toda la diócesis. Después de saludar a todos los participantes de la
celebración nos dijo: “La Iglesia diocesana de Tortosa os acoge en la
beatificación de estos cuatro mártires. En esta misma Catedral fueron
bautizados san Francisco Gil de Federich y el beato Manuel Domingo y Sol,
fundador de los Operarios. Tenemos también en la diócesis a san Enrique de Ossó
y Cervelló, santa María Rosa Molas, el beato Jacinto Orfanell y hasta cuarenta
que son los mártires que han sido reconocidos por la Iglesia. A esta lista se
añaden los que son de nuestra diócesis y beatificamos hoy. Los santos son la
sal de la tierra y la luz del mundo y los mártires son los testimonios de la
verdadera esperanza. Hermanos nuestros que no amaron tanto la vida, que
temieran la muerte”.
Continuó
la Eucaristía y llegó el momento del rito de la beatificación. Empezó con una
monición en la que Mons. Gerardo Melgar, obispo de Guadalajara, acompañado del
postulador de la Causa de Beatificación, P. Carlos Comendador quien dirigió
unas palabras al representante del Santo Padre pidiéndole que por mandato del
papa Francisco inscriba en el número de los beatos a los cuatro sacerdotes
Operarios. Luego el obispo de Ciudad Real y en nombre de los obispos de Cuenca
y Jaén suplicó al Papa Francisco que inscribiera en el número de los beatos a
los cuatro Siervos de Dios, miembros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos. El postulador de la Causa leyó una breve biografía de los cuatro
siervos de Dios y los motivos por los que llegaron al martirio.
El
cardenal Marcello Semeraro leyó la Carta Apostólica en latín firmada por el
Papa. Al finalizar se descubrió el lienzo con la imagen de los nuevos beatos.
Un fuerte aplauso lleno de emoción y el volteo de las campanas, rompió el
silencio de los fieles que se había puesto de manifiesto a lo largo de toda la
celebración.
A
continuación, la procesión y veneración de las reliquias de los nuevos beatos,
llevadas por el sacerdote Operario, Rev. Javier Goñi quien las dejó en el sitio
preparado en el lateral del presbiterio El representante del Papa las incensó y
mientras el corazón cantaba: “Tollite hostias”. El representante del Santo
Padre entregó una copia de la Carta Apostólica a los obispos de Ciudad Real,
Cuenca y Jaén. Después del “Gloria in excelsis Deo” y de una breve monición
empezó la liturgia de la Palabra. La 1ª lectura del libro del Eclesiástico (51,
1-8). El Salmo 33: «El Señor me libró de todas mis ansias». La 2ª lectura de la
2ª carta de san Pablo a los cristianos de Corinto (6, 4-10). A continuación, un
diácono permanente proclamó el Evangelio según san Lucas (9, 23-26)
El
Cardenal Marcello Semeraro inició la homilía con las palabras de Jesús: “Si
alguno quiere venir en post de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz de
cada día y me siga”. Las palabras del Señor no son una imposición; son una
elección libre: “Si alguno quiere venir en post de mí…” Puede que no sea
difícil para un hombre renunciar a sus posesiones, pero lo más difícil es
negarse a sí mismo. Jesús habla de una cruz que la llevó una sola vez para
siempre, pero adquirió un valor eterno. Junto a la cruz estaba María quien siempre
mantuvo firmemente su unión con el Hijo.
Nosotros
tenemos que tomar la cruz cada día y retomar también cada día nuestro
seguimiento a Cristo, porque como dijo el Papa: «No existe el verdadero amor,
sino el sacrificio de sí mismo». Estamos llamados a andar junto a Jesús, pero,
a veces tenemos que ir contra corriente. Los beatos lo hicieron realidad en sus
propias vidas. Como Sacerdotes Operarios se dedicaron a las vocaciones
sacerdotales. No buscaban el martirio, pero cuando se presentó lo asumieron y
soportaron las torturas, penas y hasta la muerte en plena confianza y
perdonando. San Juan Pablo II dice: “El martirio es la prueba definitiva y
radical; es la prueba en la que el hombre ayudado por la potencia de Dios
alcanza la victoria”. Cuando sintamos el peso de la cruz que nos viene de
diversas formas, apoyémonos en ella y allí encontraremos también a María, Madre
del Señor y Madre nuestra. En Cristo la vida nunca se pierde, antes bien se
encuentra, porque Él mismo es la Vida y la Resurrección. Amén.
Tras
la profesión de fe, las plegarias, alternando catalán y castellano: ”Por toda
la Iglesia, particularmente por la de Tortosa que hoy nos acoge, y por las
diócesis de origen en las que ejercieron su ministerio los nuevos beatos… “Para
que el Santo Padre Francisco sea apacentando como entrega generosa al pueblo de
Dios…” Para que los obispos, presbíteros y diáconos asistidos por el Espíritu
Santo en el ejercicio de su ministerio, estimulen a las comunidades
cristianas…”
Mientras
llevaron las ofrendas, el coro cantó: «Posuisti, Domine». A continuación, la
oración sobre las ofrendas y el Cardenal Semeraro incensó el altar. Llegado el
momento de la Comunión cantamos; «¿Quién nos separará del amor de Dios?» y «Tú
eres Señor el pan del cielo».
Antes de recibir la bendición final, intervino el obispo de Jaén, Mons. Amadeo Rodríguez: “Nuestros mártires dieron la vida por Jesucristo. Se dedicaron a la formación de los sacerdotes y hacían camino siendo apóstoles de las vocaciones. Decía el beato Manuel Domingo y Sol: «Aspirad a ser sacerdotes santos». Doy gracias a Dios por su sangre derramada en el seguimiento de Cristo y porque a través del martirio fueron testigos del amor al Señor”.
Expresó su gratitud al Papa Francisco por estas
beatificaciones. También dio las gracias al Cardenal Marcello Semeraro, al
Nuncio, a los cardenales, obispos, sacerdotes y seminaristas. “Gracias por
su cariño a la Hermandad y gracias a todos los que han preparado esta
celebración y a los que han colaborado: Cabildo Catedral, coro y a 13TV que han
facilitado poder participar de la celebración a muchas personas desde sus
casas. Gracias a las autoridades. A la alcaldesa, Sra. Meritxell Roigé y
gracias de corazón a Mons. Enrique Benavent y con él a la diócesis de Tortosa.
A todos mi felicitación. Recordaré esta celebración con alegría inmensa. Damos
gracias a Dios por los cuatro nuevos beatos. Rogad por nosotros”. Un fuerte
aplauso lleno de emoción resonó en la asamblea.
El Cardenal Marcello Semeraro nos dio la bendición final y terminamos la celebración con el himno a nuestra Patrona, Nuestra Señora de la Cinta.
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